Bien, después de compartir con todo nuestro entorno nuestro momento de injusticia. La vida tan sabia se encarga de pedirle a aquello más grande que por favor nos envíe un momento de silencio.
Para algunos, este proceso de contemplación puede venir espontáneamente después de días, otros quizás años. Más algo así sucede, la persona que ha llevado, esa carga emocional por muchísimo tiempo, enferma sus órganos, porque sus pensamientos negativos han nutrido a sus células con el alimento de: “Yo no soy merecedor (a)”. Dando a luz a otro compañero de guerra, la culpa.
¡Increíble me parece a estas alturas, que esa es la forma como hemos decidido aprender! ¡En fin!, para no dispersarnos, sigamos con el tema.
No quisiera extenderme mucho, porque así no finalizan el artículo. Ese proceso de silencio viene privilegiado de dos regalos:
1.-Es el de hacernos conscientes de lo que sucede realmente con nosotros y por qué se manifestó.
2.- Lo anterior nos conlleva a lo más trascendental, como tomo YO, esa experiencia de vida y cómo hago de ella, una semilla que germine, crezca y se transforme, en la más bella flor del jardín
Es allí cuando aparece la bandera blanca de la victoria y nos rendimos, debido a que, a esas alturas ya existe un agotamiento general en nosotros mismos.
Es en ese instante cuando somos capaces de ver más allá y comprender que las situaciones de conflicto, no son otra cosa más, que la oportunidad de ver aquello que debo trabajar en mí.
Que esa persona que me está haciendo, “ese daño”, es el mejor aliado para mostrarme donde debo limpiar mi casa. (SER)
Queridos lectores, las vicisitudes de la vida, aunque no me lo crean son nuestras luces más potentes, disfrazadas de oscuridad. Recuerda que los aprendizajes de vida, no lo van a colocar en bandeja de plata. Debe existir un costo para que puedas valorarlo y hacerlo perdurar en el tiempo.
O acaso me dirás que, no dudas cuando un servicio te lo están entregando completamente GRATUITO. Te dice: HMMMMM ¿Dónde está la letra chica que esto es mucha maravilla?
En la vida es igual.
La buena noticia es que, en la medida que seamos conscientes, que ante esas dificultades debemos rendirnos con humildad, sencillamente porque todo pasa, aceptando y comprendiendo que si se manifiesta, es por algún motivo trascendental para nuestra vida, será en ese instante cuando nos hacemos el regalo de amor más grande hacia nosotros mismos, vivir y sentir esas emociones, en ese gesto existe el desapego de aquello a lo cual te has aferrado tanto y que tu realidad se encarga de proyectar.
Es cuando te das el permiso de ver más allá de lo que hay. Es como despojarte de los anteojos con aumento, para ver todo el paisaje en su conjunto. Entonces ocurre el milagro, allí es cuando tomas el aprendizaje y agradeces a ese algo más grande por entregarte merecidamente una herramienta más a tu vida.
En conclusión, eso se llama actuar como lo que SOY, un empoderado (a) de mi vida.
Ahora, ¿cómo escogerás vivir tus dificultades?
Con mucho afecto
Claudia Rodríguez Rolin