Aunque ustedes como adultos, no lo observen. Los niños por curiosidad de saber de dónde provienen los regalos de navidad, se encuentran con las antenas bien paradas observando cada detalle a su alrededor, en torno a la celebración de esta fiesta.

Desde allí, comprenden que existe un árbol que armar, una decoración que realizar, una cena con invitados y sobretodo muchos regalos. Y es aquí donde fijan su atención.
Cuando reúnes a la familia y tienen la bendición de tener una generación de niños considerables que asistan a vuestra reunión. Ellos, no sólo están preocupados de qué regalos recibirán, sino también de lo que reciben los demás.
Cuando un niño recibe menos regalos que los demás:
Se cuestionan su merecimiento. Preguntándose si Santa Claus es uno y quiere a todos los niños por igual, porqué trae más regalos al resto. Y sin querer, dañamos  su autoestima, por el sólo hecho de compararse con el resto. Colocando la semilla de la percepción en su mente y sentir, que a él o a ella “El espíritu de la Navidad”, le quiere  menos que a los demás. Y en su inocencia se pregunta: ¿Tendré algo malo yo, que no me quieren?
Esta dinámica incluso puede llegar a desarrollar rivalidades entre hermanos, primos y amigos.
Y este sentir se puede incrementar cuando es constant,e proyectándose hasta incluso en su vida adulta.
Imagina a sus padres, que con un enorme esfuerzo, ese regalo es lo mejor que pudieron entregarle. Cómo pueden sentirse ellos, ante esta visión infantil.
¿Cómo explican ellos, una observación que es irrefutable ante los argumentos que entrega el niño? 
Puede generar incluso alguna diferencia de opinión entre los padres, culpándose entre ellos para evitar una reflexión.
¿Y dónde queda el sentir de la Navidad?
Cuando un niño recibe más regalos que los demás
Este síndrome moderno es llamado “el síndrome del niño hiperregalado”, que se define como el intento de los padres o familiares de compensar con regalos diversos, la falta de calidad de tiempo que pasan con los hijos.
Por ende, ellos aprenden que el amor es eso. Si me amas me tienes que regalar, y si me amas mucho el regalo debe ir en igualdad de proporción. Donde  un pequeño regalo aunque sea hecho con esfuerzo, lo comprenderá como un no me aman lo suficiente.
Esto que observamos, no es más que una de las tantas consecuencias que pueden generar en el futuro. Cuando ese niño sea adolescente, joven y adulto. Donde en el individuo se produce una especie de “anestesia emocional”
Porque  se valida, el egoísmo que comienza a desarrollar, incrementando su desarrollo cuando se adjunta de otras cualidades como el capricho y también un posible consumismo. Los presentes para ellos, se vuelven un trofeo con el cual pueden presumir ante el resto.
Así mismo, lo harán con sus futuras relaciones, priorizaran los regalos, más que a la persona. Y cuando esa persona no pueda brindarles los caprichos que ellos solicitan. Pues harán lo mismo que con los obsequios, se desligarán de ellos porque ya perdieron utilidad.
A través de esa dinámica, es ese el mensaje que ellos toman, aprenden, aplican y repiten con una lealtad precisa hacia quienes le dieron la vida.
Queda claro entonces, que bajo ninguna justificación puedes validar los regalos,  como sustitución a la falta de tiempo de calidad con tus hijos.
El regalar demasiado provoca que los niños no disfruten de todo porque su proceso de aprendizaje a esa edad, presenta una motivación limitada. Por ende, demasiado es sinónimo en este caso, de sobre estimulación. Y si has regalado juegos que conllevan  un determinado objetivo de aprendizaje, simplemente no lograrás la finalidad porque lo que estas desarrollando es la “dispersión”, más que el enfoque.
El niño cree que con esa actitud es “especial” y diferente a los otros, sintiendo que se merece absolutamente todo, independiente si lo merezca o no. 
A futuro, lo que puedes estar cimentando es  un egocentrismo. Y esta cualidad puede llevar a ese niño, futuro joven y adulto a atraer situaciones muy adversas como aprendizaje de vida.
Lo más probable, que en la medida que vaya creciendo, la lista de solicitudes de presentes navideños, se hace cada vez más costosa. Y esa exigencia la van trasladando a todos los ámbitos de su vida. Algunos incluso no aceptando un “no puedo”, como respuesta.
Y después llegan los padres a consulta reclamando que sus hijos no paran de exigir y que se sienten estresados.
El enfoque de valorar la vida desde lo más sencillo a lo más complejo, agradeciendo hasta los más los pequeños detalles,  pierde interés para ellos. Por ende su éxito se ve afectado porque no valoran los procesos, valoran la finalidad. Y ante eso pueden incurrir a diversas situaciones “poco honestas” para alcanzar la meta.
Esta actitud, desarrolla una personalidad egocéntrica y pudiendo generar un posible rasgo narcisista.
Y cómo todo se les brinda fácilmente, creerán que en la vida todo es así. ¿Puedes observar la dinámica? 
Cuando no consiga lo que desea, el nivel de frustración se elevará y por ende su estima disminuirá. Porque no está acostumbrado (a) a resolver situaciones de conflicto, a ese nivel.
Esta falta de resolución de conflictos, inhibe el desarrollo de las habilidades creativas.
Y en conjunto a toda esta esfera sistemática de procesos, aprenden a sobrevalorar lo material, por sobre su vinculación afectiva con los demás. 
Porque no aprendieron que detrás de un regalo existe un esfuerzo impregnado de cariño, que contiene horas de trabajo, tiempo sin dormir, recorridos extensos buscando lo que ellos esperan, ahorro, en fin innumerables gestiones que se hacen para entregarles lo que ellos esperan. Su visión se vuelve egoísta porque esperan, todo por nada.
En ambos casos, la navidad se transforma casi en una competencia de niños de quien recibe más regalos. Obviamente no es una observación que ellos generen en el momento de abrir sus presentes, sino que es después, cuando comienzan a interactuar, mostrando lo recibido.
 
 
Sugerencias para vivir una navidad con sentido:
Antes de reunirse la familia o los amigos conversen y establezcan la cantidad de regalos que entregarán por niño. Se sugiere que no sean más de 4. 
Para ello, indaga sobre la lista que ellos desean y verifica para qué lo desean. A veces su solicitud es una simple competencia entre iguales, y la necesidad de seguir  perteneciendo a un grupo de amigos. 
Establece como adulto, los límites en los regalos. Es decir conversa sobre las posibilidades  que ese regalo pueda llegar a sus manos. No ilusiones si sabes que económicamente por más que ahorres tu situación no  lo permite.
Pueden como familia brindar  un sentido diferente, entregando regalos que contengan sentido, tales como:
1.- Puede ser un regalo que sus padres construyan para su hijo (a) un cuento por ejemplo, personalizado.
2.- Un juego o libro que estimule y desarrolle la creatividad
3.- Para los jóvenes un regalo que incentive el deporte o a desarrollar sus habilidades e intereses vocacionales. 
4.- Observa tus posibilidades y de acuerdo a ellas entrega el regalo que ellos esperan.
 
Construye navidad en familia, armen el árbol en conjunto con sus hijos. Pueden ir creando sentido, mencionando en cada decoración aquellos familiares que no están o que ya han partido. Recordar con amor, hablándoles de las navidades que pasabas junto a ellos. 
Como familia colaboren por ofrecer a algún niño, o familia un gesto que les permita a ellos tener una mejor navidad. 
Así aprenden lo beneficiados que son ellos al tener lo que tienen.
Prioriza el valor de reunirse en familia, y poder disfrutar de esos encuentros a través del compartir en armonía.
Enséñale que el sentido de la navidad tiene que ver con el amor, y que en cada regalo que reciba existe el esfuerzo de alguien que le quiere mucho.
El obsequio de esta manera, tendrá un valor agregado, por sencillo que sea. Donde aprenderá a valorar el sentido o significado que trae ese presente, más que la representación material.
Construye una navidad, que tus hijos el día de mañana recuerden, no por la cantidad de regalos que recibían, sino por el amor, el compartir, las risas, los cantos  y los vínculos que se establecían en esa celebración. 
Ese sentir, permitirá que ellos el día de mañana, tomen y apliquen en las futuras celebraciones, compartiendo la sabiduría aprendida, junto a  la familia que han deseado construir. 
A eso le llamamos “herencia de amor”.
Tengas todos ustedes una sentida Navidad
Un abrazo de corazón a corazón 
Claudia Rodríguez Rolin.
 
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