habitos

Dentro del contexto sistémico, cuando los hijos inician un proceso de terapia psicopedagógica, requieren también  de un apoyo constante y sistemático por parte de la familia. Muchos de los padres, esperan milagros en el rendimiento de sus hijos a corto plazo, enviandole al especialista, en ocasiones, a un mes de finalizar su proceso académico.
 
Primeramente, siento que se debe aclarar, que la labor de la psicopedagogía, no es solamente reforzar los contenidos educacionales de los niños y adolescentes, sino que también, es observar  cuales son las conductas emocionales que pueden estar interviniendo, en el adecuado desarrollo psicológico del individuo, de igual modo, se requiere de advertir,  cuáles son las dinámicas familiares y personales se encuentran  interviniendo en el proceso integral de la persona, afectando a su progreso escolar.
Donde  para  poder optimizar los resultados de logro,  se requiere de un proceso de tiempo, para integrar e incluir hábitos nuevos.
 
¿Cuánto dura una terapia psicopedagógica?

 Todo dependerá de la voluntad y el trabajo colaborativo  de quienes participen en la terapia, entre ellos están; la  familia,  el hijo,  la institución educativa y  el especialista. Si existe cohesión entre las partes y cumplimiento de las responsabilidades de cada uno de los colaboradores, la terapia puede arrojar resultados positivos, a corto plazo.
 
¿Por qué es importante la familia, en la disciplina sistemática y la colaboración activa de la terapia?
 
Según  Ann Graybiel, neurocientífica del Instituto de Tecnología de Massachusetts, realizaron hace una década atrás un experimento basado en la creación de los hábitos, desde la perspectiva de la neurociencia reside en una zona del cerebro conocida como ganglio basal, que se estimula por el aprendizaje repetitivo y participa en la adquisición tanto de rutinas como de adicciones. Sus neuronas son como un imán para la dopamina, la hormona del placer, y por eso responden mejor a las recompensas (positivas) que a la motivación negativa. Es decir, aprendemos mejor un hábito si nos premian, que si nos castigan.
 
La zona cerebral se denomina “corteza infralímbica” la cual funciona como centro de control de almacenaje de comportamientos habituales de un individuo. Lo novedoso es que los experimentos arrojaron que si tenemos que elegir entre conductas nuevas o viejas, el cerebro favorece adoptar lo antiguo. Arrojando como resultado también, que un hábito no se elimina, sino que se reemplaza por otro.
 
¿Pero cuánto tardas en lograr un nuevo hábito?
 
Según las investigaciones basadas en la neurociencia  siendo la interrogante que se hizo Philippa Lally, del University College London.
Realizó un experimento, en donde se llegó a la conclusión, que un hábito se integra completamente, en 66 días aproximadamente.
 
¿Qué se requiere para impulsar un cambio de Hábito?
 
Según William James, uno de los padres de la psicología moderna. Existen tres pautas muy claras en el proceso de adquirir o crear un hábito.
 
1.- Determinación
Es el compromiso que toman los entes activos para el cambio de hábito. Esta fuerza de voluntad es la que impulsa a no recaer en las viejas conductas.
 
2.-Disciplina
 
La disciplina, es la constancia que crea y perfecciona el nuevo hábito que deseamos crear. Si esta conducta no es sistemática, simplemente el cerebro no responde a que se refuerce el cambio. Por lo tanto se corre el riesgo de seguir en las mismas rutinas. 
 
3.-Motivación e iniciativa
 
En la medida que se sigan los pasos anteriores, el individuo va experimentando pequeños resultados que refuerzan y motivan a continuar con el proceso creativo.
Para afirmar que el cambio se ha presentado,  se requiere de un proceso de 90 días aproximadamente.  Según la experiencia que he tenido en consulta, donde los niños y adolescentes comienzan a mejorar sus calificaciones y por sobretodo integrar los conocimientos de manera positiva aplicándolos a su vida diaria.
 
El proceso de cambios de hábitos en los estudios, requiere de cambios a niveles psicológicos, como también cambios a niveles de dinámicas familiares, y de hábitos escolares. Para ello, existe un trabajo en equipo guiado por el especialista. Si se manifiesta un espíritu colaborativo en todo el entorno, el niño o adolescente logrará a corto plazo sus objetivos. Mientras que si el trabajo suele ser unilateral, ese plazo se extiende.
 
Cuando cada uno se hace cargo de lo suyo, actuando desde lo que tiene que hacer, entonces el milagro ocurre.
 
La labor de la psicopedagogía no es reforzar pautas antiguas en la adquisición de los aprendizajes o enseñar a estudiar, va mucho más allá de eso, su labor es más trascedendental y significativa que lo observable a corto plazo.  Su rol es de reeducar los aprendizajes, donde en ocasiones, hay que   desaprender para aprender y desde allí construir algo nuevo. Todo  va acuerdo a las necesidades individuales, de cada niño o adolescente,  porque como especialistas comprendemos que  cada ser humano es un mundo diferente. La psicopedagogía sistémica,  colabora hacia una educación para la vida.
 
Claudia Rodríguez Rolin
 
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