¿Alguien ha jugado alguna vez, algún juego de ingenio? ¿Se han adentrado en la dinámica del juego? Bueno si no es así les invito a observar como vería alguien de afuera la experiencia.

Tomas el juego, lo observas y te preguntas ¿Para qué sirve? Sigues observando buscando inconscientemente una necesidad que te haga gatillar la exclamación ¡Ahhh, para esto era!
 
Cuando encuentras la necesidad inmediatamente evocas el objetivo, “Yo resolveré esto”, no tienes idea como se juega y pretendes resolver algo que en tu vida has experimentado, sin embargo te lanzas a experimentar,  expandiendo un suave aroma a “Superhéroe” de Yo lo resuelvo todo. ¡Yo podré hacerlo!
 
Esto es una lluvia de adrenalina al cuerpo, más recordemos que todo equilibrio nos brinda asertividad. El decretar “Yo puedo” es conocerte, el “Yo lo hago todo” es necesidad de ser reconocido por algo o por alguien como también un acto de creerse superior a lo que está enfrentado/a.
 
En la medida que mueves las piezas, además de decidir dónde dirigirte por ensayo y error. Donde en ocasiones  tu cerebro va ocurriendo algo extraño, tus pensamientos van creando cierta angustia, y a la vez esa sensación de “Tengo que resolver esto, sino me cambio de nombre” ¡Sin tener idea, en el ovillo de lana que te estás metiendo!
 
Esa angustia genera una mirada perdida desorbitada y concentrada ya no escuchas nada del entorno solo tu voz interna, algo así como una obsesión compulsiva de la competencia entre el artefacto y tu ¡No me  va a ganar!
 
Después de ese instante pasas inmediatamente a la ansiedad y comienzas a sudar, o a comer un bocadillo, a beber o fumar algo, eso lo ocupas como mecanismo de válvula de escape de toda esa tensión que tu cuerpo está fomentando. ¡Como catarsis de la rabia, quizás! ….. Existiendo otros mecanismos más positivos de evacuación como por ejemplo la creatividad…crear cosas 
 
Y tu cabeza sigue funcionando esto para acá, entonces si muevo aquí obtengo esto y ahora que hago…. Y cuando lo que pensabas no resulta ¡Uffff! Diríamos que tener el seño fruncido es poco. 
 
Ese es un momento el cual recomendaría que no se acercaran hablarte, porque cualquier chispa enciende el fuego interno que estás alimentando.
 
Eso es queridos amigos es ir perdiendo el control de la manipulación que estas ejerciendo allí. Y eso te descontrola sólo a ti.
 
El llevar el control siempre, es agotador tanto para ti, tu cuerpo físico, espiritual y emocional….porque es síntoma de desconfianza en la vida y como desconfío de ti y lo que puedas traer prefiero manejar todo yo a mi antojo, así me libro de cualquier sorpresa en el camino. Porque no te gusta que la vida te sorprenda. 
 
Y por ello vuelves a veces la vida en algo rígido porque no le das espacio a las posibilidades.
 
Es el momento cúspide en donde estás que tu cabeza ya echa humo porque las neuronas están a full rendimiento.
Viene una exhalación de un suspiro al ver que quizás con esa suerte de principiante.
 
Has encontrado el camino a la luz, que te podría llevar a la solución de todos tus males, como si con ese juego estuvieses resolviendo un problemón a nivel mundial.
 
Entonces tu postura corporal cambia, desaparece esa cabeza escondida con esa espalda tan doblada como el jorobado de Notre Dame, convirtiéndote en una persona erguida segura de sí misma y con todos los desafíos de la vida  por delante y tu diciéndoles ¡Vengan a mí, aquí les espero! ¡Resolví esto, lo que venga será pan comido! El libro metamorfosis de Kafka queda pequeño ante tal transformación.
 
Ahora dejas que fluya todo, mueves con seguridad las piezas porque sabes hacia donde se dirigen. Porque vuelves a tomar el control….. Hasta que…. Te sientes como Rocky llegando a la cima en el caso de los varones  y en el caso de las mujeres te sientes como cleopatra mirando su reino. Y manifiestas esa adrenalina que sube cuando estar por llegar a la cúspide de un logro, para luego exhalar un suspiro y decir ¡Bien, lo logré!
 
A veces suele pasar que después de tanto esfuerzo, te sientes superado y lo dejas a un lado, mirándolo de reojo y diciéndote sé que tengo un compromiso que cumplir  contigo, más ahora no tengo tiempo o simplemente huyes a ese desafío, porque has perdido la necesidad de jugar.
 
Ahora viene lo duro, ¡Cuantas veces has hecho lo mismo con tus sueños, tus desafíos, situaciones nuevas o difíciles!
¡Cuántas veces te has sentido de esa manera y actuado de igual forma!
¿Te animas hacerlo diferente?
 
“El amar la vida y confiar en ella, es saberse digno/a y merecedor/a de plenitud y a través de ello honras a tu padre y madre. En donde así como lo haces tú, lo harán tus hijos también”
 
Abrazando a tu alma
Claudia Rodríguez Rolin
 

 

 

 

 

 

 

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